viernes, 1 de julio de 2011

Lluvia yerma

Se abren los grifos y se desborda el agua. Lo inunda todo. Y yo cojo mis katiuskas de goma verdes con flores de colores dibujadas y chapino chapino chapino (que era salpicar en el idioma de mi pueblo cuando la infancia). Lo chapino todo. A ti también. Te mojo la ropa, la cara, el pelo. Y tú, que eres amiga, te ríes echando la cabeza para atrás. Te contagio del agua salada que me sale de dentro por algún grifo que me he dejado abierto.
Me descuido y el mar me llega a las rodillas, y me empuja con sus olas. ¡¡Aaaaalehop!! ¡Salta, Valentina, que viene otra! La última me ha tirado y me he ahogado un poco, pero sólo un poco, así que he tragado agua y me he convertido en pez. Y ahora me escurro entre tus pies descalzos y te hago cosquillas para que sepas dónde estoy y no me pises.
Ay Valentina, cómo echaba de menos el mar después de tanto tiempo encerrada en la pecera.

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