Yo antes jamás había pensado en mis agujeros negros. Nunca los había visto, ni intuido, ni había reparado en ellos. Los agujeros negros en medio de un océano oscuro y viscoso que no tiene olas y que se ilumina con luz artificial.
No. Nunca.
Pero llevo tiempo que la marea me emborracha y la resaca me ensombrece la cabeza, y es querer que se detenga.
Los terribles, sombríos, helados agujeros negros que no dicen nada y arañan la piel.
martes, 19 de febrero de 2013
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